jueves, 27 de octubre de 2016

¿Quo Vadis Francisco? (opinión)


Si bien la Iglesia católica se ha expresado muchas veces en contra de la guerra o del hambre y ha instrumentado paliativos; no tiene por misión la transformación de la sociedad sino –para simplificarlo- la custodia y expansión de la fe cristiana tal como en esa institución se interpreta.

Muchas veces en la historia, la Iglesia ha tomado partido en los asuntos sociales, seguramente suponiendo que una postura u otra era lo mejor para preservar su statu quo o bien su influencia espiritual. Para los católicos más recalcitrantes –sacerdotes o laicos- la pretensión comunista o socialista del paraíso en la tierra es opuesta a la necesaria tribulación en este mundo para acceder al paraíso del reino de Dios en los cielos. El sacerdote Julio Meinvielle (1905-1973) afirmaba:“hoy hay desorden en las inteligencias, porque se desconocen los principios elementales de las grandes realidades. Pues bien, la tarea impostergable de restablecer el orden en la sociedad y, diríamos única forma de enfrentar el proyecto humanista secular del nuevo orden mundial (referencia al comunismo y socialismo), es el restablecimiento de la auténtica cultura cristiana”

Una objetivo político diametralmente opuesto han seguido los sacerdotes que afines a la Teología de la Liberación se enrolaron en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Carlos Mugica, Enrique Angelelli en La Rioja o Carlos Horacio Ponce de León en San Nicolás y muchos otros, perdieron la vida defendiendo una Iglesia de cara al pueblo, compañera de las necesidades y las luchas de los excluidos. 

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El 2 de Febrero de 1999, Chávez asumió su primera presidencia en Venezuela y encabezó una transformación que definió como socialismo del siglo XXI. Su política a diferencia de otras revoluciones, no reniega de las formas e instituciones republicanas sino que propone su reorientación. La iniciativa -con diferentes formas- se expande por Latinoamérica principalmente con Lula en Brasil (2003), Kirchner en Argentina (2003), Morales en Bolivia (2005) y Correa en Ecuador (2007). El 19 de Abril de 2005, Benedicto XVI es elegido Papa (años después se dirá que fue en una segunda votación luego de que Bergoglio declinara su candidatura).

El 9 de Diciembre de 2012, Chávez viaja a Cuba apareciendo por última vez en público para definir a Nicolás Maduro como su sucesor. El 31 de Diciembre de 2012 crecen –sin confirmarse- los rumores de su muerte. El 11 de febrero de 2013 renuncia Benedicto XVI.
El 5 de Marzo de 2013 se anuncia que ese día ha fallecido el Comandante Chávez. El 13 de Marzo de 2013, Francisco es elegido nuevo Papa. 

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A partir de un oportuno desplazamiento del poco carismático Benedicto XVI y la asunción de Francisco como nuevo Papa, los jóvenes -que desde inicios del siglo XXI en Latinoamérica se dinamizan políticamente luego de décadas de dormidera y asimilación al “camino” propuesto por las dictaduras y los gobiernos de corte neoliberal- ahora cuentan no sólo con líderes políticos, sino también con un líder religioso que con sus palabras y sus gestos -descontracturados- comienza a competir en la captación de militancia.

El 5 de Julio de 2013 Francisco presenta la encíclica Lumen Fidei (La luz de la fe). En sus cuatro capítulos recorre la historia de la fe en la Iglesia, su relación con la razón, su transmisión y su efecto para construir sociedades en busca del bien común.
El 25 de Julio de 2013, en ocasión de celebrarse la 28va Jornada Mundial de la Juventud que organiza la Iglesia Católica y frente a cuarenta mil jóvenes argentinos en la Catedral de Río de Janeiro (Brasil), Francisco afirma: “¿Qué es lo que espero como consecuencia de la Jornada de la Juventud? Espero lío (…), ¡quiero que se salga afuera! Quiero que la Iglesia salga a la calle (…) La fe en jesucristo no es broma, [...] es un escándalo [...] La cruz sigue siendo escándalo, pero sigue siendo el único camino seguro”.

En Agosto de 2013 hacen su aparición en Argentina los Misioneros de Francisco. El dirigente Emilio Pérsico –secretario de Agricultura Familiar y principal referente del Movimiento Evita–, su compañera y también militante Patricia Cubría y el abogado y dirigente social Juan Grabois tiempo antes habían viajado a Roma y allí el Papa le ordenó específicamente a Pérsico: “andá y hacé capillas”. La organización posee tres espacios: el político territorial (MTD Evita), el eclesiástico (personas provenientes de la militancia católica previa a Misioneros) y el sindical Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). El primer documento oficial del movimiento define su misión como "acompañar la religiosidad y la cultura popular en las barrios humildes facilitando la creación de capillas para cultivar la fe y el espíritu comunitario".

El 24 de noviembre de 2013, al clausurar el Año de la Fe, Francisco presenta la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio), dirigida a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora. Alli refuerza la idea de un “pacto social y cultural”, exhortando a “una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, sin separarla de la preocupación por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones”

El 17 de diciembre de 2014 Obama y Castro anuncian la reanudación de relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba. Ambos agradecen el papel central desempeñado por la Santa Sede para el buen fin de las negociaciones. A mediados de ese año Francisco había enviado una carta a ambos mandatarios llamándoles a la distensión en las relaciones entre sus países.

Una relación amplia de los Movimientos Sociales con Francisco comienza en el segundo semestre de 2013 a partir de la gestión del Movimiento Evita. A finales de ese año en el Vaticano, con la participación de la Pontificia Academia de Ciencias y de la Comisión de Justicia y Paz, se conversa para hacer realidad la voluntad papal de organizar una reunión mundial de movimientos populares. Esta se concreta en Octubre de 2014 en el salón del Sínodo viejo, utilizado por siglos solamente por cardenales. En su exposición, el Papa expone un programa síntesis de la lucha de estas organizaciones: “¡ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin trabajo digno y ninguna familia sin vivienda digna!”

Entre el 7 y el 9 de Julio de 2015, durante el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares, esta vez realizado en Santa Cruz, Bolivia, dice Francisco: “Ustedes –en sus cartas y en nuestros encuentros– me han relatado las múltiples exclusiones e injusticias que sufren en cada actividad laboral, en cada barrio, en cada territorio. Son tantas y tan diversas como tantas y diversas sus formas de enfrentarlas. Hay, sin embargo, un hilo invisible que une cada una de esas exclusiones, ¿podemos reconocerlo? Porque no se trata de cuestiones aisladas. Me pregunto si somos capaces de reconocer que estas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global. ¿Reconocemos que este sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza? Si esto así, insisto, digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco”

Tomando nota de los hechos consignados –sin pretensión de ser exhaustivos- surge preguntarse: ¿Es acaso la primera vez que la Iglesia apuesta sobre fuerzas transformadores de la sociedad? No, no lo es, en todo caso nunca lo había hecho desde la máxima investidura. ¿Es acaso que las declaraciones de Francisco indican que la Iglesia se dispone a comandar la transformación de la actual estructura de poder? Si así fuera, sería algo realmente inédito. La institución no registra antecedentes en ese sentido en sus 2000 años de existencia (en todo caso si hay antecedentes de lo contrario).

¿Acaso la Iglesia por medio de su Papa propone una opción que en los hechos resulta desviatoria y debilitadora de la voluntad revolucionaria?, o simplemente se trata de una cuestión clientelar que disputa espacios con las organizaciones políticas y en ese caso, ¿cómo las afecta? No hay elementos suficientes que permitan afirmar categóricamente ni lo uno ni lo otro; pero la separación del MTD Evita del  kirchnerismo da para especular posibilidades. Más aún cuando de esos sectores emergen voces afirmando que Cristina es una etapa superada. 

Es realmente muy diferente, de consecuencias muy distintas, dar apoyo, confortar al creyente con una bendición o un rosario; a conducir organizaciones territoriales, pedagógicas y sindicales. Sin duda el hecho Francisco dada su implicancia política, no puede circunscribirse a la fe, a creer o no creer en Dios. 

Su aparición en el escenario social merece los interrogantes planteados y seguramente muchos más, como sería preguntarse y preguntar si los sectores convocados por Francisco son los más necesitados de un fortalecimiento moral o en otras palabras: ¿por qué son ellos los evangelizados y no sus opresores?