miércoles, 10 de julio de 2019

Los Sea Monkeys


La TV lo decía, las imágenes lo mostraban:  sólo hay que añadir agua y dejar que la diversión surja. Los sea monkeys te reconocen y saludan; son graciosos, acróbatas del agua  y  juguetones hasta el cansancio. El colorido y festivo envase aumentaba la ansiedad: era soñar despierto imaginar la fantástica relación que comenzaría en breve, ¡qué mejor juguete que la emoción de tener una propia familia de monitos acuáticos para el deleite privado!

Muchos advirtieron que se trataba de un engaño, pero así y todo más del 51% de la población del país compró la promesa con entusiasmo. El 64,78% lo hizo en la ciudad de Buenos Aires y en alguna provincia del país el porcentaje de compradores locales llegó al 71,51%. Sin embargo, la expectativa inicial mutó en desconcierto. Lo prometido no se materializaba, cada vez se alargaba más la espera. ¿Se estaría haciendo algo mal, sería algún defecto en el sobrecito usado?  ¿Por qué si no la televisión seguía insistiendo con ellos? Algunos vecinos, además, retransmitían testimonios verdaderamente esperanzadores que habían escuchado por ahí. Si, si, seguramente era uno quien estaba haciendo algo mal.

Lentamente la televisión dejó de publicitarlo y hubo programas donde algunos entendidos alertaban y recomendaban a los mayores no alimentar falsas expectativas. Los días siguieron y es probable que para evitar reconocer la innegable ingenuidad se dejó de hablar del tema. A nadie le gusta pasar por tonto. Los sea monkeys resultaron un buen negocio para quienes vendieron con colorido y seductores slogans una fantasía que solo resultó ser alimento para peces. Hoy por suerte, después de tantas fabulaciones y fraudes sufridos, nadie se deja llenar la cabeza por la TV (risas).

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