jueves, 9 de noviembre de 2017

Ponzi, Madoff y Lebacs: catástrofe en espiral ascendente (opinión)




El “escaneo” del afuera de Militancio Bonastre detectó la importancia del fraude de Bernie Madoff y me recomendó ver la miniserie interpretada por Richard Dreyfuss. No encontré esa versión subtitulada en español pero en su reemplazo encontré el film “The Wizard of Lies”, la misma historia pero interpretada por Robert De Niro y Michelle Pfeiffer. Excelente película y de paso una manera recomendable -por entretenida- de entender la lógica de los Ponzi, los Lebacs y por qué no, de los Bancos y también algo de las motivaciones de la especulación financiera.

Bernard Madoff fue corredor de Bolsa y Presidente de NASDAQ, la segunda bolsa de valores electrónica de los Estados Unidos. Poseedor de gran prestigio en los círculos económicos y de un carisma de persona confiable, decidió desarrollar como emprendimiento particular un “Esquema  Ponzi” o “Ponzi Scheme” a gran escala para engañar esta vez -no como Ponzi, sólo a otros inmigrantes como era él y a especuladores particulares- sino también a entidades bancarias y fondos de inversión por un monto mayor a los 52.000 millones de dólares.

Relacionar a Madoff, Ponzi y Lebacs no es una ocurrencia caprichosa u original.  Ya inquieto por el creciente apetito especulativo por las letras del Banco Central en la Argentina de la gestión macrista, el portal “El Economista” -edición del 11 de setiembre de 2017- se preguntaba: ¿Está el Banco Central atrapado en un esquema Ponzi?

El negocio descubierto por Carlo Ponzi (fuente: biography.com) tenía un mecanismo de fácil comprensión: enviaba dinero a colaboradores en otros países para comprar cupones de respuesta postal que al ser recibidos en EEUU canjeaba por sellos locales de vía aérea con una ganancia de hasta el 400%.  A Ponzi no le conformó hacer el canje a su propia y limitada escala; dispuesto a encontrar inversores para obtener ganancias mayores, prometió intereses diez veces superiores a los habituales y hasta del 100 por ciento si las inversiones eran por 90 días.

Ante el meteórico éxito de su convocatoria (un millón de dólares invertidos en el primer día y el crecimiento piramidal que le siguó) Ponzi, seguramente desbordado por la situación -y tal cual lo hizo a principios de siglo XXI Bernie Madoff- dejó de lado el negocio genuino y mientras se daba una vida de lujo, terminó pagando las ganancias a cada inversor con parte de la propia inversión o con dinero de otros inversores; nunca con ganancias reales porque no las hubo.

El éxito de Ponzi lo convirtió rápidamente –para políticos y periodistas- en un empresario ejemplar. Con ese aval y con intereses que se pagaban puntualmente, cada vez más personas invertían sus ahorros y hasta sus hipotecas en el negocio. Un informe publicado en Agosto de 1920 por el analista financiero Clarence Barron del Boston Post desató una irreversible crisis de confianza. La investigación reveló que Carlo Ponzi no reinvertía sus beneficios y que en lugar de los 160 millones de cupones que precisaba para cubrir las obligaciones contraídas tan solo tenía 27 mil. El desenmascaramiento público produjo una desesperada corrida de los  inversionistas tratando de recuperar su dinero y le atrajo ochenta y seis cargos de fraude postal que le costaron catorce años en prisión.

Una debacle similar ocurrió con Madoff quien presionado por los “agujeros” que le dejaban parte de sus grandes inversores al cambiar su lugar de apuesta, algo que sucedía cada vez con mayor asiduidad, decidió revelar que de su maravilloso negocio en realidad no había nada, solo humo. Claro que esta vez, era otro el volumen y otra la característica de los damnificados. Lo condenaron a ciento cincuenta años de cárcel y más datos no doy para no quitar ganas de ver la película. Sólo una cosa: no sería raro que algunos de los numerosos Bancos que invertían en Madoff, como por el ejemplo (fuente: elconfidencial.com) el HSBC, el Banco galo BNP Paribas, los bancos privados suizos Reichmuth, Bernbassat, Union Bancaire Privee y muchos otros más; hayan aprovechado el “incendio” para contabilizar como quemados en él, montos mayores a los reales. Una manera oportuna de quitarse los propios apuros.

Madoff no repite del mismo modo a Ponzi, da un giro en espiral al fraude original incorporando mucho mayor volumen y gran parte de las más encumbradas entidades financieras; pero en ambos casos quienes pierden parecen ser los inversores. En el esquema de los Lebacs hay una nueva vuelta en espiral. Esta vez no pierden los inversores porque el “embaucador” es el Estado y como se sabe, el Estado responde con la riqueza y el aporte de todos.

Si bien los Lebacs se crean no sólo para complacer a los capitales especulativos sino con la supuesta finalidad de sustraer liquidez del mercado y restar presión sobre el precio del dólar, lo que ocurre es lo inverso: el dinero retirado de circulación se multiplica nominalmente en la caja del BCRA. Los Lebacs al vencer incorporan o pagan el interés prometido, sumando un monto superior al originalmente recibido. La diferencia –como son obligaciones del Estado- podría cubrirse emitiendo dinero; pero -dadas las metas de inflación del propio BCRA y la ausencia de dólares genuinos por déficit en la balanza comercial- no permite otra alternativa que absorber nuevamente esos pesos que habría que pagar, tentándolos con una tasa de interés superior, al mismo tiempo que se seduce a nuevos inversores. Un típico esquema Ponzi piramidal, en esta versión: garantizada por el Estado y cada vez más deudora a fondos especuladores internacionales.

El stock de Lebacs respecto de la base monetaria pasó de algo más de 40% a 115% en la actualidad. Además, la tenencia no bancaria (ej. Fondos Comunes de Inversión, compañías de seguro, personas físicas muchos de ellos extranjeros) pasó del 10% del total a fines de 2015 al 50% en la actualidad (…) “Está claro que el juego Ponzi avanza a toda máquina” (fuente: eleconomistaamerica.com.ar)

Al igual que con Ponzi y con Madoff,  la característica del esquema Lebacs es pagar un interés elevado. ¿Cómo podrían cumplirse las metas máximas de inflación de 17% este año y de 12% en 2018 si hay un equivalente al 50% del circulante total en el país en Lebacs cuyos intereses anuales equivalen actualmente a 15.000 millones de dólares o en otros términos: al 32% de la base monetaria?  El Economista cierra su nota afirmando: “La credibilidad del esquema permite por el momento administrar relativamente bien la política monetaria. El verdadero desafío será desarmarlo dentro de un marco de estabilidad de precios y cambiaria”. Pero, ¿es eso posible?, ¿acaso no era una situación similar la de los Tesobonos y los CETES (bonos de deuda a corto plazo mexicanos, destinados a desalentar la compra de divisa estadounidense para prevenir la devaluación monetaria) que estuvieron en el epicentro del famoso Efecto Tequila?

Actualmente los analistas recomiendan alargar plazos por mercado secundario. Para eso, ponen a sus gurúes de la TV y de las publicaciones especializadas, a alentar esa alternativa. Marcelo Elbaum, gerente de Negocios Institucionales de Allaria Ledesma, persuade desde el cronista.com  “los tramos más cortos vienen bajando de rendimiento respecto del mercado secundario (…) Esto se explica porque el Banco Central busca bajar el promedio de tasas que paga (el déficit cuasifical) renovando en la licitación primaria a tasas menores, y luego aumentando las tasas para absorber esa liquidez por mercado secundario". Efectivamente el mercado secundario en ese momento  pagaba un 27,30% de interés, contra el 25,90% de las licitaciones primarias. Hoy ya está en el 30% y claro, por el momento es una buena treta para atraer a los especuladores y poder convertir los vencimientos mensuales en plazos más largos y eventualmente más manejables; pero, ¿esto arregla el problema? No, solamente compra tiempo.

Mientras se avecina la tormenta, los sacerdotes y acólitos del capital siguen trepando hacia lo más alto con su fórmula para ser todopoderosos. En el juego capitalista y más aún en la ultravelocidad de la especulación financiera, todos quieren ser únicos. No se trata solo de hacer plata y vivir bien; si fuera así, a nadie molestaría que el bienestar fuera para todos.

2 comentarios:

Militancio dijo...

Un lujo. Me queda el intríngulis del Ponzi original, qué es eso del recupere postal? Un subsidio estatal? Por qué eso es lícito?

rodolfo pelaez dijo...

El negocio con los sellos de Ponzi, asi como las acciones en bolsa iniciales de Madoff no eran en absoluto ilegales. Lo ilegal es que eso inicial dejó de hacerse y en cambio se realizó el retiro de supuestas ganancias y el pago de intereses con la plata de los inversores. Recibía 100 millones, tapaba agujeros con una parte y el resto al bolsillo. Allí está el fraude.