Existe una base de creencias dominante que afirma: somos buenos, los niños son inocentes, no hay maldad intrínseca sino aprendida. Lo creía el hippie de Rousseau (1) cuando sostenía que el hombre era bueno por naturaleza, que lo hacían malo ciertos institutos sociales; y lo sostenían los fundadores del libre mercado, cuando afirmaban que el hombre al poder comerciar con absoluta libertad, naturalmente tendería hacia el bien (2).
El cristianismo asocia el bien con el paraíso y la
obediencia a la voluntad de Dios. Al mal con la desobediencia con el ceder a
las tentaciones del diablo -una suerte de fábrica del mal- un ente externo e impropio
de la naturaleza humana. La visión vernácula a este ordenamiento, agrega estupidez
al bien exagerado (el típico buenudo) y viveza al mal con moderación.
Con este sustrato de creencias buscamos –esperamos- jueces
probos como si eso fuera lo lógico, lo natural. Creemos y apostamos a ser inclaudicablemente buena
gente aunque sepamos por experiencia que todos podemos ser buenos hdp. Así y todo, entrecerramos nuestros ojos y apostamos
a la primacía del bien, creemos que a la corta o a la larga el bien prevalecerá.
Tenemos confianza, más bien diría tenemos fe. Una suerte de optimismo esperanzado
en el retorno a la faz de la tierra del ser buen-perso-nismo que en un tiempo
pretérito se dice que existió.
Es posible que esa espera nos haya costado y nos cueste aun,
unos cuantos errores de decisión y dolores de pueblo. Perón proponía una
negociación práctica sin ir de frente contra el preconcepto: " Los hombres
son todos buenos, pero si se los vigila son mejores" (Perón: Conducción
Politica, 4ta clase); propuesta que aplicada al Poder Judicial podría
significar: un mayor control democrático y periodicidad acotada en los cargos de la
Corte Suprema. Sin pretensión de canonizar ni de abonar una visión unipolar -nociva
de aplicar a cualquier persona- creo que Perón muchas veces fue un hombre
sabio.
Notas
(1) The creation of a hippy Rousseau corresponds
to the horizon of waiting of the Seventies. I also show what founds this
rapprochement through the analysis of the San Francisco hippie newspaper, The
Oracle, the Diggers and the phenomenon of community and nature.
2) El Dr. Arturo
Enrique Sampay en su “Informe del Despacho de la Comisión Revisora de la
Constitución (de 1853)” sostenía que el basamento último de la doctrina que
fundamenta nuestra Constitución actual, es “la concepción evangélica del
hombre, heredada del liberalismo de Descartes y Rousseau”. Como se parte de creer
que el hombre es absoluta y naturalmente bueno “las restricciones internas –jurídicas
por parte del Estado- a su libre arbitrio desvirtúan su ingénita bondad”. Concluye
que “los errores de esta concepción política, tuvo efectos que produjeron una
penosa realidad sociológica –la concentración de riqueza en pocas manos y su
conversión en un instrumento de dominio y de explotación del hombre por el
hombre-“