La muralla de la falsa comprensión

En la América pre colonial y en la Europa de la temprana Edad Moderna, la vida en comunidad se percibía natural. En palabras de Aristóteles: “el hombre aislado es un indigente, únicamente asociado puede vivir bien, desplegar su virtud y por ende realizarse a sí mismo”. También se consideraba natural que la conducción de la sociedad se legitimara no con votos sino con las virtudes y recursos que alguien mostrara en hechos efectivos. Por eso en el paradigma antiguo, gobierna quien tiene la capacidad y los medios necesarios para unir y conducir, para armonizar las diferencias, para hacer lo distintivo de cada uno provechoso para todos.

 Este modo de pensar la política que tiene sus raíces en la historia y que aún anida en gran parte del pueblo, no es homologable con los conceptos del Estado burgués que se muestra falsamente sin edad y juzga irracional e ilegítima aquella concepción milenaria de representación política.

 En Europa, cuando los reyes convocaron en consulta a la nobleza, el clero y a los burgos; estos últimos dado su número, lo hicieron por medio de representantes sujetos a mandato imperativo, a instrucciones estrictas. Con el aumento del poder burgués, los representantes pasaron de formular únicamente peticiones a proponer leyes (Bill of Rights). Décadas más tarde, se separaron de la voluntad de los representados autoprorrogando sus mandatos (Septennial Act). Finalmente en 1791, la Constitución Francesa consagró la Representación Libre según las teorías del Conde Emmanuel-Joseph Sieyès: “Los representantes nombrados en los departamentos no serán representantes de ese departamento particular, sino de la Nación entera y no podrá dárseles mandato alguno”

 Desde el ámbito de los negocios que alimentaban la “Revolución Industrial”, se impuso la idea por la cual acceder a la cultura del contrato era la condición de acceso a la modernidad y al concierto de las naciones avanzadas. Las Constituciones (contratos escritos) pasaron a fundar los nuevos Estados, buscando dar la misma estabilidad que los contratos comerciales prometían a los negocios; en este caso, con instituciones racionales alejadas del “peligro” de los liderazgos personales —según dijeron— para mejor garantía de los derechos individuales, la vida, la propiedad y la libertad.

 La burguesía siempre fue un poder real invisible ya que nunca consideró ser institucionalizada en el Estado. Salvo pocas excepciones, prefiere no exponerse y delegar la tarea — tal como lo hacen un estanciero o un gran empresario— a un capataz, un gerente o un jefe.

 John Locke le puso sustento teórico: los individuos (los burgueses) deben organizar un poder estatal del que puedan defenderse. Así las Repúblicas que llegan hasta la actualidad, descuartizan el poder desconcentrándolo y acortando la duración de los cargos. Si eso falla, disponen del poder judicial —por fuera de las reglas democráticas— como intérprete final de la Constitución y por lo tanto del ajuste a ella de los actos de gobierno.

 A diferencia del paradigma antiguo, el paradigma liberal de Locke entendió a los individuos como islas autosuficientes y por ello dispuso que los derechos particulares no puedan ser vulnerados ni aun invocando la defensa del interés común.

 La cultura de los valores consagrados por los centros de poder, se utilizó y utiliza en los países colonizados, para derogar toda cultura popular tachándola de incultura y barbarie. Por ello, quienes aspiran a un Estado “pensado” a imagen y semejanza de la “civilización” que admiran, no ven razón para incluir siquiera sectores de una población que desprecian.

 La instalación local del modelo burgués tiene un fuerte componente racista. Los opuestos clásicos (europeos) de la política de derecha e izquierda, coinciden en su odio ante la aparición de algún elemento auténticamente nacional “tal como ocurriría entre Moscú y Nueva York — y posiblemente también Pekín— si ocurriese un desembarco de marcianos”. (Arturo Jauretche)

 La elite propietaria colaboracionista de los poderes trasnacionales, lucra como parte beneficiada de los planes de expoliación. Colonizadores y cipayos, buscan asegurar un modelo agro-exportador en Argentina, donde el “campo” sintetiza toda posibilidad de riqueza y prosperidad —supuestamente— para todo el país. En realidad se trata de la prosperidad de quienes adueñados de la renta de una geografía excepcionalmente dotada viven la mayor parte del tiempo afuera del país.

 La forma de representación que incorpora la Argentina a partir de la Constitución de 1853, destruye las tradiciones locales. Se eliminan los cabildos (que aportaban una mayor participación de la población) y se organizan instituciones desarraigadas de la fuerza, sentimiento y legitimidad del caudillo, mediadas por un modo refinado de representación que fuerza el tránsito hacia lo abstracto, legalista e impersonal. Los liderazgos se desautorizan como irracionales o síntomas de inmadurez política. Cada vez que aparecen en escena se busca descalificarlos como un hecho delictivo. Los liderazgos de las tradiciones argentinas y latinoamericanas no compatibilizan con las formas de gobierno importadas que se instalan porque resultan muy inconvenientes para la seguridad elitista burguesa.

 Formados por la manipulación de la información, conservamos cierto reparo para abrazar a los líderes que el sentir popular consagra. Sabemos que no sería perder el sentido crítico, ni se trataría de alienarse con un ideal ciego que obnubilara toda condición deliberativa. Sabemos que podemos organizar espacios políticos con impronta propia, promover acciones socialmente beneficiosas, profundizar estudios para aportar luz sobre los problemas nacionales… Lo sabemos; pero nos cuesta. La hegemonía del poder real ha construido una muralla de falsa comprensión entre la realidad del país y nosotros.

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 Bibliografía consultada:

Alberdi, Juan Bautista (1886a) “Bases y puntos de partida para la organización política de la República de Argentina” / Duso, Giuseppe (2004) “Génesis y lógica de la representación política moderna” / Koselleck, Reinhart (2007) Crítica y crisis. Un estudio sobre la patogénesis del mundo burgués /  Jauretche, Arturo (2012 ) Manual De Zonceras Argentinas /  Sarmiento-Mitre (2007) Correspondencia 1846-1868 / Supiot, Alain (2007) Homo Juridicus. Ensayo sobre la función antropológica del derecho.


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