Habitaciones vacías

A Kelsen con desprecio

Hans se fue de la carne
quemó la moral
sacó la gente
sacó las cosas.
Dejó un esqueleto para disponer
un ordenamiento perfecto

Apiló hueso sobre hueso
con exquisita puntillosidad demente.
En la pirámide
no habría ojo
ni pulgar
ni lengua que escapase del lugar asignado.

Sin sudor,
olor
o sangre,
sumiso ante la razón poderosa
por fin podría despreciar la humanidad de lo imperfecto

Hans supo muy bien,
el vacío luce inocente.
Un buen escondite
también puede estar en la candidez de las formas.
Nadie se atrevería a decir:
"en el abstracto está el garrote,
la injusticia"

Pero el monstruo sigue allí
sin rostro.
No hay más hombre
cuando se lastima
cuando se quita.
Sólo una larga fila y una incómoda suerte:
nadie a quien romperle la boca en las habitaciones vacías.