El escondido origen de las instituciones


Este escrito cuestiona la extendida y aceptada doctrina que pone la inspiración de las actuales instituciones políticas y jurídicas en Grecia y en Roma. Si a futuro, en algún recodo de la historia quisiéramos transformar tales instituciones; no sería ocioso desde ya, ir entendiendo mejor su naturaleza, cuestión que resulte una tarea objetiva y no una nueva creación fantástica que escamotee las responsabilidades sociales.

Para los griegos del siglo quinto a.c. la naturaleza representa la desigualdad absoluta. La naturaleza por sí misma es incapaz de ordenar una sociedad. Por tal cosmología, la Polis resulta ser un artificio creado para suplir esa falta de ordenamiento natural. Es una creatio ex nihilo (una creación de la nada) lograda sin invocaciones e intervenciones de los dioses, solo a través de la koinonia y el logos. La koinonia conceptualiza la noción de comunidad, de convivencia y apoyo mutuo, da predisposición y condiciones de diálogo al reconocer a otros como pares. El logos es la palabra y constituye la principal herramienta política. Lo Uno se consigue convenciendo a los demás y no hay nada que no se pueda conversar y someter a discusión. 

Algo similar sucede en Roma: los humanos no somos todos iguales: no es lo mismo ser plebeyo que patricio. El concepto “Roma”, supone en sí, una comunidad que une. La herramienta política del logos de los griegos en los romanos es la costumbre.

Mientras en Grecia y Roma se reconoce una desigualdad de origen o condición, para el cristianismo todos los hombres somos iguales ante Dios. El poder organizador proviene de Dios: una instancia extra-social que funda la sociedad desde afuera. A diferencia de los griegos donde los dioses hacen su vida y se desinteresan de los humanos salvo que los hagan enojar o que se enamoren; en el cristianismo Dios es ético, distingue lo que está bien de lo que está mal. Dios es todo, es uno; es lo justo, lo bello, el poder. No hay nada fuera de Él y por lo tanto, nada fuera de su voluntad. (Barciela/Bresler, 2008)

La predisposición comunitaria de la koinonia, el logos, Roma y la tradición, no está en el cristianismo.  La salvación individual del alma, es la novedad religiosa del cristianismo; una religión de salvación individual, no comunitaria: donde mi ciudad puede hundirsemientras yo según el mérito de mi fe puedo salvarme. No es la comunidad lo que une, sino el mismo origen (extra social = Dios).

Para el imaginario griego la polis es un momento de autocreación, una nueva concepción del ser humano, donde no hay un orden previo y es el hombre quien pone el orden aunque el caos siga haciendo peligrar  su estabilidad. “El espíritu de los griegos se realiza como alteración, autoalteración, autoinstitución, todas consustanciales con el intento del conocimiento de sí, que es acción continua, trabajo, proceso y no resultado congelado. El análisis y la comparación de la antropología en Esquilo y Sófocles nos permiten aprehender un momento decisivo de esta alteración. La comparación entre los dos poetas nos muestra claramente un vuelco ontológico de una enorme importancia (...) Esquilo, veinte o veinticinco años antes (de Sófocles), exponía su antropogenia, no como un proceso gradual, sino como un pasaje abrupto de un antes a un después que resulta de la decisión y del acto de un Titán sublevado, (...) de capacidades y potencialidades que pertenecen a fuerzas sobrehumanas (por lo tanto preexistentes). La antropología de Sófocles, en cambio, no presupone nada: los hombres crean ellos mismos sus capacidades y potencialidades; pone de manifiesto claramente y con insistencia a la humanidad como autocreación. Los hombres no han tomado nada de los dioses, y ningún dios les dio nada. Éste el espíritu del siglo -V, y es esta tragedia la que han coronado los atenienses". (Castoriadis (2001),pag.16-17/24-25).

En Grecia lo político es constitutivo de la ciudadanía, no un plano secundario a cargo de especialistas. “El hombre no político es un ideon (idiota), un ser incompleto y carente que en su debilidad de polis demuestra su insuficiencia”. Las escuelas decadentistas o idiotistas (estoicos, epicúreos, cínicos) que se desarrollan después del siglo de Pericles —y de la experiencia democrática griega— desmovilizan políticamente y dan volumen a lo privado. Estas escuelas constituyen el antecedente filosófico del cristianismo. (Sartori, 2024: 127)

En Roma la religión es algo independiente de la historia y la historia es la historia de Roma. 
“Para el (romano) como individuo (la religión) tenía poco atractivo. Sentía que en cierto modo se hallaba dentro de un Estado que en alguna forma incomprensible estaba relacionado a su vez con los poderes divinos que regían su historia y su destino (…) Cuando los mantenedores oficiales de la religión del Estado reconocían un culto no-romano concediéndole un lugar entre los festivales públicos, o un emplazamiento para un templo, procuraban que se transformara de manera que se adaptase a la tradición romana. A menudo se cambiaba la leyenda o la historia, se modificaban el ritual y la terminología, y de esta manera el culto adquiría un fuerte carácter romano (…) Durante los últimos cien años de la República, la religión del Estado perdió parte de su influencia sobre el sentimiento romano (…) La expansión del Imperio y la afluencia de extranjeros habían llevado cultos extranjeros que se recibían con agrado, pues ofrecían un elemento afectivo del que carecía la religión romana, al mismo tiempo que exaltaban la importancia del individuo, y contenían estímulo y experiencias personales y, a veces, incluso un destino en un mundo futuro”. (Barrow (2000), 145-146)

La idea de expansión del  Imperio Romano tuvo razones preventivas. No se trató de conquistar sino de anexar ciudades y territorios respetando autonomías.  Roma fue la aspiración (improbable) de una totalidad que no excluya nada. Por eso en ocasiones, esa aspiración llevó a desnaturalizar la ciudadanía en el afán de incluir a todos los pueblos conquistados. La costumbre era fundamental en Roma y la representaba el Senado. Se supone que Cesar fue asesinado por querer incorporar en él representantes de los pueblos conquistados. Asimismo, todos los que quisieron ir contra la costumbre fueron asesinados: Calígula, Nerón. Por lo contrario Augusto, emperador por cuarenta y cuatro años, se impuso por ser el restaurador de las costumbres romanas. 

En el cristianismo feudal, el Papa era el único que avalaba y santificaba el poder de los Emperadores (1) El poder viene de Dios, ¿pero a quien se lo da Dios? Constantino encuentra una explicación en la figura de la herencia. Dios se lo entrega a Pedro dándole la llave del cielo: “todo lo que (ob)ligare en la tierra será (ob)ligado –atado- en el cielo, y todo lo que (ab)solvere (desates) será desatado. Dios le da a Pedro una potestad, una capacidad (no una virtud). Es una potestad dada al ser investido, tal como ocurre actualmente con los jueces (Barciela/Bresler, 2008)

En los siglos XI y XII aparece el cuestionamiento de a quien Dios le da el poder. Marsilio de Padova y Guillermo de Occam sostienen que el poder de Dios, es dado por éste a la totalidad de las personas y estos a la autoridad. Para Tomás de Aquino (Italia, 1224-1274)  el poder es depositado por Dios en todos; pero como el mejor gobierno es el de uno; por necesidad de la propia perfección de la obra divina, el poder necesariamente será transferido -por todos- a manos del príncipe (2) Dada esta suerte de pacto con los ciudadanos, la ley que posteriormente emane del gobernante, no es sino “la expresión del derecho inmanente en la voluntad popular” (Mirete Navarro, 1998: 157).

Para los griegos la idea de un Dios  que legisla está muy lejos. En la Grecia democrática no hay verdades previas, sino decisiones; algo que exponen tragedias como la Antígona de Sófocles. En Roma está primero el hecho y luego la Ley legitima. El Derecho no agota lo social, es solo un aspecto. En Roma era absurdo que la Ley se separara de quien tenía el poder. Cesar además de General es pro-Cónsul y gobierna lo que conquista. No cambió ninguna ley aunque en cinco años cambió muchas cosas. 

Con el cristianismo se pasa de fundamentarse en la costumbre para la construcción del Derecho a construir la realidad desde el Derecho. No existe lo que la Ley no nombra. Se pasa de un criterio realista “los hechos justifican las leyes” a “las leyes justifican los hechos”. Aparece la idea de un Derecho válido. Nace la legalidad como fuerza simbólica: se obedece la Ley = Dios. La Ley como justificación de la realidad fundamenta la creación del Estado como una figura desligada de la sociedad civil con una única relación de obediencia (la misma distancia y relación que con Dios). 

Las instituciones que rigen en occidente muestran la dificultad de que la voluntad y responsabilidad humana sean reconocidas como reales ordenadores de la sociedad. Una voluntad y circunstancialidad invisibilizada en instituciones y leyes. Lo que hace Juez, no es un hecho, sino una cadena normativa. Que no sea un cargo electivo, no es casual. La Ley no tiene nada que ver con la voluntad general. La Ley se determina a sí misma porque la Ley se entiende proviniendo de una voluntad externa, no de las personas. (Barciela/Bresler, 2008)

Para mi —y espero haber logrado transmitirlo— es evidente la vinculación de las instituciones políticas y jurídicas con el cristianismo. También es evidente —y curioso— el esfuerzo de la mayoría de los teóricos en no dar cuenta de ello y en cambio asimilarlas a la continuidad griega o romana. Aún la proclamada democracia es en realidad un sistema de representación muy similar al que utilzaban los sacerdotes para sus convenciones homogeneizadoras.

Lo curioso viene desde el proclamado laicismo de las revoluciones burguesas acuñadas en Europa. Aquellas aspiraron hasta cambiar el nombre de los días y de los años cristianos buscando terminar con un milenio de oscuridad. Tal vez no pudo advertirse el formateo epocal en su propio imaginario. Tal vez la fórmula de la legitimación laica teorizada por el contractualismo de Hobbes, Locke o Rousseau les pareció endeble para sostener el poder y recurrieron a la probada estructura hierocrática de la religión.  

Son evidentes las razones de ocultar la decisión y la responsabilidad humana. Seguro que aún más cuando las motivaciones son el beneficio personal o de una elite, en desmedro de las mayorías que deben legitimarlos.Tal vez no sea ocioso considerar este tema para llegado el momento, cuidarnos de nuevas cosmologías desencajadas de la realidad.


(1) Es en la Roma de Constantino que el cristianismo pasa de ser perseguido a ser la religión oficial. Le aporta fundamento (justificante) a la supremacía del Emperador.

(2) "Siendo el fin del gobierno del mundo lo que es esencialmente bueno, que es lo mejor, necesariamente el modo del gobierno del mundo ha de ser también el mejor. Y el mejor gobierno es el de uno solo, pues gobernar es dirigir los gobernados al fin, que es un bien. La unidad es esencial a la bondad (…) por el hecho de que, como todas las cosas buscan su bien, también todas buscan su unidad, sin la que no pueden existir" (Aquino, 2001: 885).  


BIBLIOGRAFIA

Aquino, Tomas de (2001) “Suma Teológica” (Parte 1, Pregunta103, Artículo 3), 4ta edición. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos 

Barciela / Bresler (2008) Cátedra Derecho Clásico, Universidad Madres 

Barrow, R.H. (2000) “Los Romanos”, Fondo de Cultura Económica, México

Castoriadis, Cornelius (2001) “Figuras de Lo Pensable, Antropogenia en Esquilo y autocreación del hombre en Sófocles”

Mirete Navarro, José L. (1998) “Pacto Social en Santo Tomas de Aquino” en Anales de Derecho. Universidad de Murcia. España. Número 16. Págs.155-160

Sartori, Giovanni (2024) “Enciclopedia de las Ciencias Sociales” / https://t.co/EcWaaOOkoQ